lunes, 14 de marzo de 2011

XIV

La barricada de mis nervios,
la única barricada de las que derrotan
son las de las manos que fueron mías
en otras.
La de los ojos medios verdes
que no me miran
me hierven,
son esas barricadas
las que te hieren sin ser nada,
que te culminan, dominan
y hacen doler cada dolencia
en creces y todas las veces,
en todos los tiempos
siempre el mismo desfiladero de muertos
que claman poseer mi nombre
ojalá sea mi cuerpo.
Y ojalá el fuego del engaño
no sea de esos mataderos
en los que muero todos los años
en los que también te enciendo.

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